Me encanta esta foto de 2014. Es del día en que “tocamos la campana” y Globant empezó a cotizar en NYSE. Como ven, era difícil contener las emociones.
Hay un momento igual de importante del que no me quedó ninguna imagen. Ese día, después de convertirnos en la primera empresa latina de tecnología en cotizar en la bolsa de Nueva York, me fui con mi hija Claire, que entonces tenía diez años, a pasear por el Central Park, y a jugar al UNO debajo de un plátano. Cuando volvimos, andando en una bicicleta en tándem, le pregunté si había entendido algo de lo que había pasado más temprano. Me explicó que habíamos listado las acciones, y me dijo que una acción era “una partecita de una compañía”.
En ese momento me sorprendió que una niña de su edad hubiera entendido tan rápido un mundo tan complejo. Hoy, viendo la estatua de la Fearless Girl frente a la bandera de Globant, me acordé de esa escena. Pensé en la importancia de transmitir ejemplos, de mostrarles a nuestros hijos lo que se puede hacer.
Emprender es correr riesgos, es creer en las capacidades propias incluso en momentos adversos. Es confiar en la gente que te rodea y te acompaña. Es tener el espíritu aventurero del que quiere saber qué hay más allá. Hace veinte años, con Martin Migoya, Martín Umaran y Néstor Nocetti quisimos lanzarnos a la aventura.
El lunes, en Nueva York, en los festejos de nuestro vigésimo aniversario, quisimos homenajear ese espíritu. Reconstruimos la mesa del Down Town Matías donde empezamos a imaginar Globant. Una muestra de que recordamos bien cómo empezamos, la incertidumbre y el espíritu del principio; y que mantenemos ese espíritu irreverente que nos acompañó durante todo el camino.
Este camino no habría sido posible sin la gente que tuvimos cerca. Nuestra familia, nuestros amigos, y el increíble equipo de Globant, que hoy integran más de 27.500 Globers.
Enormemente agradecido con todos y cada uno de los que fueron parte de este recorrido. Todos somos co-fundadores de esta increíble historia.
Hay un momento igual de importante del que no me quedó ninguna imagen. Ese día, después de convertirnos en la primera empresa latina de tecnología en cotizar en la bolsa de Nueva York, me fui con mi hija Claire, que entonces tenía diez años, a pasear por el Central Park, y a jugar al UNO debajo de un plátano. Cuando volvimos, andando en una bicicleta en tándem, le pregunté si había entendido algo de lo que había pasado más temprano. Me explicó que habíamos listado las acciones, y me dijo que una acción era “una partecita de una compañía”.
En ese momento me sorprendió que una niña de su edad hubiera entendido tan rápido un mundo tan complejo. Hoy, viendo la estatua de la Fearless Girl frente a la bandera de Globant, me acordé de esa escena. Pensé en la importancia de transmitir ejemplos, de mostrarles a nuestros hijos lo que se puede hacer.
Emprender es correr riesgos, es creer en las capacidades propias incluso en momentos adversos. Es confiar en la gente que te rodea y te acompaña. Es tener el espíritu aventurero del que quiere saber qué hay más allá. Hace veinte años, con Martin Migoya, Martín Umaran y Néstor Nocetti quisimos lanzarnos a la aventura.
El lunes, en Nueva York, en los festejos de nuestro vigésimo aniversario, quisimos homenajear ese espíritu. Reconstruimos la mesa del Down Town Matías donde empezamos a imaginar Globant. Una muestra de que recordamos bien cómo empezamos, la incertidumbre y el espíritu del principio; y que mantenemos ese espíritu irreverente que nos acompañó durante todo el camino.
Este camino no habría sido posible sin la gente que tuvimos cerca. Nuestra familia, nuestros amigos, y el increíble equipo de Globant, que hoy integran más de 27.500 Globers.
Enormemente agradecido con todos y cada uno de los que fueron parte de este recorrido. Todos somos co-fundadores de esta increíble historia.